Menuda excursión nos hemos pegado en estos días y menuda foto hice: Una gran fabada frente a la mejor estatua de Pelayo de toda Asturias. En un local pequeño; Un chigre en el que cerraron la terraza; Algo familiar. Nunca me puedo resistir a pedir fabada cuando salgo de excursión. Y si no tienen fabada en el menú… busco otro sitio.
La fabada me gustó mucho. Fabas grandes, tiernas, con piel blanda… Buen sabor y buena textura. Muy rica la morcilla y el chorizo. No pudimos hacer más que felicitar a la cocinera, que por la cara que puso y viendo que era la matriarca del lugar, debía de ser ella misma. Parece poca cantidad, pero según voy comiendo me doy cuenta de que es el tamaño perfecto. Mejor así, que si me ponen una fuente, me la como entera. He llegado a repetir en algunos sitios 4 y 5 veces (más segundo y postre). Una burrada.
Al día siguiente, ya de camino a casa, paramos en colunga a conocerlo. Entramos en un chigre que tenía buena pinta y, como no, pedí fabada. ¡Menuda diferencia! No tenía nada que ver con el del día anterior. El caldo estaba muy pastoso. No estaba bueno el chorizo ni la morcilla y sabor fuerte, pero no a buena fabada. ¡Madre mía! y por esto he pagado 12€. El segundo plato no estaba mejor. Eran rabas y estaban aceitosas y malas. A Colunga no vuelvo a comer. Me dieron ganas de volver a Cangas de Onís a quitar el sabor de boca. La lasaña que también probamos era casera, pero hecha sabe Dios cuándo (supongo que el mismo día que la fabada). Seca y recalentada en el microondas. Por lo menos a mi mujer le gustó. De sabor no estaba muy mal. El postre fue lo mejor que probé: Cuajada casera con miel y nueces.
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