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¡De Rodríguez! Mi novia marchó una semana de vacaciones con su madre y me quedé solo en casa. Aprovechando que también el padre de ella se quedó solo, comentó de ir a comer el domingo a un sitio que él conocía perdido en las montañas. Pues bueno, fuimos. Resulta que el sitio está justo donde acaba la Ruta de las Xanas, con lo que la zona estaba llena de senderistas. Era domingo y hacía buen tiempo, con lo que suponemos que habría aún más gente de lo normal. Un buen sitio para ir a comer después de una buena caminata. Llegamos sin reservar mesa (mala idea) y el camarero nos dijo que hasta dentro de más de dos horas no tendría mesa libre. No llegaban a la una y media y nos lo daba para las 3:30. Esperamos un poco tomando una cerveza, pero al cuarto de hora vino y nos dijo que si no nos importaba estar debajo del hórreo, en una mesa para dos en una esquina del susodicho, pues que podíamos comer ahora. Sin problemas, es más, casi lo vimos como de lo mejores sitios para comer: con sombra, sin viento y en un bonito lugar.Para comer solo tenían 4 ó 5 platos. Nunca cambian de platos y siempre tienen los mismos. Potaje, Fabada, paella y alguno más que no recuerdo. Pero yo fui a comer la fabada. El padre de mi novia pidió potaje. Una maravillosa oportunidad para probar las dos cosas. Paella no lo queríamos ni de cerca ya que no hicimos el viaje aquel para comer paella. También es un plato que hago con frecuencia en mi casa, así que tema zanjado: Nada de paella. Además, él quería que probara la fabada pues tenía muy buena fama.
Nos trajeron una fuente de metal a cada uno con la fabada y con el potaje. Probé el potaje y estaba muy bueno, aunque me decanté más por la fabada. Buenas fabas, bien cocinadas y con una textura muy buena. Repetí y no sentaron mal. La piel de las fabas apenas se notaban y tenían muy buen sabor, de ahí que repitiera. En un plato aparte nos trajeron el compango para echar en el plato lo que nosotros queramos.
Al terminar el plato pudimos rebañar la salsa con el pan, que estaba muy crujiente y daban ganas de rebañar el plato.
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Nos trajeron una fuente de metal a cada uno con la fabada y con el potaje. Probé el potaje y estaba muy bueno, aunque me decanté más por la fabada. Buenas fabas, bien cocinadas y con una textura muy buena. Repetí y no sentaron mal. La piel de las fabas apenas se notaban y tenían muy buen sabor, de ahí que repitiera. En un plato aparte nos trajeron el compango para echar en el plato lo que nosotros queramos.
Al terminar el plato pudimos rebañar la salsa con el pan, que estaba muy crujiente y daban ganas de rebañar el plato.
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