Restaurante Cares, Arena de Cabrales

Esta vez llevé a mi novia a Covadonga a poner una vela a la Santina. Como acabamos pronto pensé en dar una sorpresa a ella y llevármela hasta Cabrales a que coma queso, que le encanta. Así que agarramos el coche y fuimos hasta allí. Cabrales no es un pueblo, sino un concejo, así que tuvimos que escoger dónde ir. Finalmente decidimos seguir la carretera hasta llegar a algún sitio que nos llamase la atención y entramos. Nos sorprendió el paisaje y que en algunos pueblos estaban construyendo muchas casas.

Al final paramos en Arenas de Cabrales, en donde pudimos comprar queso y otros recuerdos del sitio. Muchas tiendas no cierran para comer, lo que nos facilitó poder comer tranquilamente e ir después a comprar queso de la cueva. Miramos el menú del Restaurante Cares, nos gustó y a pesar de costar 15€ creímos que los platos eran buenos y entramos. Justo enfrente de este sitio había un paisano tejiendo cestos con paja a mano. Supongo que para venderlos luego con el sello de fabricado artesanalmente.
Entramos y nos sorprendió ver a mucha gente. No esperaba a casi nadie para ser un sitio alejado y ser un jueves normal y corriente. Eso sí, eran todos extranjeros y los que no, era foriatos.
Pedimos el menú. Yo de primero pedí Fabada con cabrito y mi novia sopa de hígado.

La sopa de hígado parecía un vomito puesto en un plato. El color del hígado de por si no es agradable y si te lo hacen puré y te lo sirven parece otra cosa más que puré comestible. A mi es algo que no me gusta nada de nada y no puedo ni oler el hígado ya que es un olor tan fuerte que se me queda impregnado en la pituitaria y toda la comida me sabe a hígado. Pero a ella le gustó, decía que a pesar del aspecto estaba bueno y se lo comió todo. Bien por ella.

A mi me sirvieron un plato de Fabada. No es como en otros sitios que te ponen una olla para que te sirvas. Te lo ponen en un plato pero abundante. Era la medida justa, ni mucho ni poco. Probé el cabrito y estaba bueno, pero demasiado duro y dejé bastante para dejar hueco para el segundo plato. Tampoco quería marchar de ahí enfartucau pues luego tenía que conducir como mínimo hasta casa. El sabor de la fabada era bastante fuerte pero muy rico y sabroso. La fabada estaba muy bien hecha y no estaba dura. Por la foto parece que eran cuatro fabes, pero es que el plato era muy hondo, con lo que al final había más fabada de la que parecía.

De segundo ella pidió filetinos al cabrales. Fue el plato por el que decidimos entrar, ya que la llevé hasta ahí para que pudiera comer cabrales. Le gustó mucho y rebañó el plato. Echó en falta más cabrales. No era un plato para nadar en abundancia pero yo creo que era lo justo después de haber comido una sopa de hígado. Las patatas son enormes, con lo que parecen que los filetes son muy pequeños. Eran cuatro patatas pero tan grandes que a ella le sobró.

Y yo de segundo tomé ¡Cachopo! qué alegría descubrir este plato en el menú. Ni que nos hubieran leído la mente antes de entrar. El cachopo era un minicachopo, pero me mantengo en lo dicho: Un tamaño suficiente, lo justo para comer después de haberse metido uno un plato de fabada con cabrito. Además venía acompañado de ensalada y eso también se agradece. Las patatas las encontré muy ricas, pero raras: Demasiado crujientes por fuera y blandas por dentro. La carne estaba muy tierna con el rebozado justo. El pimiento se agradece mucho para acompañar. RElleno se Jamón y Queso y el queso no era de cabrales. Siempre me quejo del queso porque me parece poco y esta vez no es una excepción. Los cachopos que hago yo les echo mucho queso.

De postre tomamos ella arroz con leche y yo una cosa rara de limón. El arroz con leche yo lo encontré muy rico, aunque a mi novia le gusta de otra manera. Yo lo encontré bien: espeso, grumoso y con canela. La cosa rara de limón estaba muy bueno y refrescante. La carta decía que era mousse de limón pero era más bien yogurt. Aún así estaba muy bueno.

Finalmente acabamos de comer y decidimos seguir adelante con la excursión. Llegamos hasta el funicular que lleva hasta el Naranjo de Bulnes pero 10€ el viaje de ida, más 10 del de vuelta, que eran las 5 pasadas y el último sale a las 6 y que el funicular va por dentro de la montaña nos echó para atrás. Muy caro. Yo pensaba que iba por fuera, por lo menos veíamos paisaje, pero no, va por dentro y no ves nada. Finalmente decidimos intentar subir a un mirador por un camino muy estrecho, con curvas muy cerradas, llenos de cabras y al llegar arriba el mirador está más arriba de la carretera, teniendo de dejar el coche en medio de la calzada porque no hay parking y hay un bar. Sin poder dejar el coche aparcado en ningún sitio porque se acaba la carretera ahí y se acabó, nos bajamos del coche, sacamos alguna foto y marchamos para Gijón. Me prestó la excursión y las vistas. Así la Santina nos bendiga.