Sidrería Cuba, La Calzada, Cachopo con Picadillo

Algo que me da mucha rabia es hacerme una idea de lo que quiero y de cuánto más o menos me va a costar viendo la carta que tienen expuesta en la parte de fuera del restaurante y encontrarme con que dentro tienen otra carta y otros precios. Y eso que creo que es una sidrería algo nueva. Bastante familiar. Encontramos a familias enteras comiendo enormes paellas y una buena atención al cliente. El comedor lo que llama la atención es el clima tropical que hay. Y no me refiero al título del restaurante o al país de procedencia de los que lo regenta, sino a la cantidad de humedad que hay. Es irrespirable. Incluso las paredes están mojadas, las servilletas y manteles húmedos y la primera impresión es de entrar en un baño turco. Pedí que abrieran un poco una ventana ya que no vi ningún tipo de ventilación y esa pequeña abertura se notó mucho. Bien es cierto que estaba lloviendo, pero no era humano aquella humedad.
Un punto para ellos es que nos trajeron Casera de 1l. Cada día es más difícil tomar Casera auténtica y encontrarlo en tamaño grande.

Pues bien, el cachopo nos lo encontramos afuera a 20€ y dentro a 22€, pero como se lo vimos a los de la mesa de al lado y nos dio envidia, lo pedimos. La primera impresión es buena. Grande, especial y con buena pinta. La segunda impresión, al partirlo, no es buena: Carne dura, pero se corta bien. Luego descubrimos que es dura porque es jamón y no carne de ternera. El relleno es de jamón york. Si el cachopo fuera así sería muy insípido y con una textura un poco rara. Pero deben de saberlo bien pues por encima le echan tomate, queso rallado y un poco de picadillo. Una combinación a priori rara, pero en conjunto hacen un sabor especial. Suave a la vez que con cuerpo. No desagradadó al final. Raro pero bueno y sin llegar a ser fuerte.

Y de entrantes tomamos calamares y croquetas caseras. Las croquetas estaban muy buenas. Crujientes por fuera y suaves por dentro. Su única pega es que estaban demasiado aceitosas. Aproveché la forma del plato para poner las croquetas en el borde y que el aceite se fuera cayendo. Por lo demás bien. Y los calamares también buenos. Durillos a la vez que tiernos y frescos.

Un lugar un poco escondido entre las calles de la calzada. Si no me llevan, no sé ni ir. Si mejorasen las condiciones de la humedad y/o ventilación, un lugar recomendable para ir y probar cosas que seguramente sorprenderán.