¡Hasta Foz que nos hemos trasladado! ¿Y hay cachopo? Pues sí. E incluso varias variedades. Un Maño y su mujer asturiana han hecho de un pequeño rincón cerca de la playa un gran lugar para enfartucase.
Por fuera no es un lugar que anime a comer cachopo. Quizás estoy más acostumbrado a los chigres asturianos con mucha gente en la puerta y todos hablando a voces. Pero al fondo tienen un comedor, el cual da sensación de limpieza, con colores blancos, muy luminoso y decorado con buen gusto. «ya verás los precios», pensamos, pero nos sorprendimos que además el sitio no es caro.
Nos atiende directamente el dueño. Curtido durante años en esto de la hostelería, decide abrir uno propio y tratarlo como tiene que ser, corrigiendo los fallos que ha visto durante toda su vida. Amable y buen conversador. Sus palabras más repetidas durante toda la comida fueron «es casero». Ya iremos contando.
La carta es pequeña. Tan solo dos hojas. Da la impresión de que todo son especialidades. Nada de cartas extensas con muchas hojas que no termines nunca de decidirte. Todo apetecible pero tenemos el estómago limitado y no pudimos probarlo todo. Queda pendiente los «calamares de la ría» (13€. Lo vimos pasar y era un plato enorme y apetitoso), algún cachopo más, el pastel de cabracho y cosas que ya probé y volveré a probar.
Como acostumbro a hacer, hablo primero de los cachopos. Hay varias clases de cachopos:
– Casa Maño: Jamón serrano y queso San Simón.
– Montés: Cecina y queso rulo de cabra.
– Astur: Jamón serrano y queso de cabrales.
– Especial de la casa: Relleno de lacón con grelos.
Todos son de carne 100% gallega (¿y eso es bueno? iremos viendo) y todos cuestan 18€.
El Maño empezó su aventura haciendo cachopos de lacón con grelos. Parece que tuvo su éxito y se animó a hacer más variedades. Yo no probé ese. Siempre me gusta probar el clásico y alguno raro. Si el clásico funciona, funcionan todos.
Los dos cachopos son idénticos. Mismo tamaño, forma y guarnición, con lo que sólo pondré una foto. Sorprende y mucho la carne. Cortada fina y con mucho sabor. No recuerdo haber probado una carne tan sabrosa en un cachopo. Muy tierna. No encontré ni un rastro de grasa nervio ni impureza que convierta el cachopo en un chicle. Exquisita. Pura mantequilla con sabor. Es la carne más tierna que he probado nunca. Su secreto es ir personalmente a la carnicería y escoger la pieza. Cambió y probó varios sitios hasta que dio con el adecuado (esto me suena también a conversación con la sidrería Alarcón, pero esto es otra historia). Compra la pieza entera; las esquinas las deja para carne picada u otros platos y la parte central, la parte tierna y jugosa, la dedica a los cachopos. ¡Qué gran acierto!
El rebozado está pegado a la carne. Muy crujiente y también está bueno. Bien frito; tostado sin quemar. Frito en aceite limpio y a buena temperatura. Seco (que no chorrea aceite).
El relleno en su justa medida. Sin pasarse para no robar protagonismo a la carne. En un momento dado tuve que parar para ver si llevaba jamón, ya que notaba su sabor pero no lo notaba al masticar. Me sorprendió ver que llevaba… y varias capas. Muy tierno y con buen sabor.
El queso San Simón daba un toque distinto al que estoy acostumbrado al cachopo. Espero que me perdonen los gallegos si me equivoco, pero creo que es una especie de queso de tetilla ahumado. El toque ahumado se nota y queda espectacular.
El cabrales es bueno. da muy buen sabor y a los fanáticos del cabrales que me acompañaban les encantó.
El pimiento es verde, natural, entero y frito. Rara vez lo encontré así. Me presta más así que el de bote.
¿Y qué decir de las patatas? Por fin un sitio en donde no se echan de menos. Caseras y en buena cantidad. De los pocos sitios en los que me sobraron patatas y en cantidad.
En pocas palabras… un cachopo como pocos he probado… y a muy bien precio: 18€
De primero probamos el plato estrella de la peque: Las croquetas. A estas alturas va a ser ella la que hable de ellas.
Las croquetas cuestan 9,5€ para 10 unidades. Caseras, por supuesto. Un rebozado consistente, como el del cachopo, con sabor y pegado al relleno. Bechamel algo espesa y un montón de tropiezos de jamón. El jamón es el mismo y se nota en el buen sabor que deja. Nos chupamos los dedos. Ya viendo cómo hacen las croquetas, nos podemos hacer una idea de cómo hacen los demás platos, de cómo está la cocina y de cómo tratan la sartén.
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